lunes, 1 de agosto de 2011

El statu quo y la paz de los cementerios

EDITORIAL por Lalo Puccio

La frase “mantenimiento del statu quo” hace referencia a la continuación de la situación de equilibrio, aunque los factores individuales pueden cambiar, pero de forma complementaria, haciendo que se mantenga el estado de las cosas tal cual existen.

Esta es la razón –o una de ellas- del voto de los sectores medios a las propuestas del PRO y de otras fuerzas políticas que ofrecen serenidad, consensos, buenos modales, no estridencias, pero fundamentalmente, no confrontación. Es decir, tocamos cosas de aquí y de allá, pero garantizamos que nada va a cambiar. Y como nada va a cambiar, ¿quién podría enojarse? Como nada cambiará, ¿quién podría pelear, si las cosas seguirán del mismo modo? Quienes garantizan “mantener el statu quo”, garantizan el NO conflicto. ¿Con quiénes podrían tener conflicto, si no modificarán las relaciones de poder existentes?

Sin embargo, por arriba o por debajo de la pirámide social, la paz siempre se termina alterando en las sociedades. Por arriba, en el caso de los populismos que intentan una distribución más justa del ingreso, más amplia. Por abajo, en los gobiernos que mantienen los privilegios del poder, las ventajas de los sectores más encumbrados, de los minoritarios de siempre.

El presente actual en Europa (Grecia, España) o en Argentina son buenos ejemplos de esto que estamos señalando. Los países del viejo continente sacuden con fuerza y violencia la paz social porque el ajuste viene para “los de abajo”. Algo similar, aunque aún sin escándalos, pasa en Estados Unidos, donde el Congreso “acordó” aumentar la cuota de endeudamiento con fuertes ajustes en el gasto público en al menos 1 billón de dólares, es decir sacarle a los que menos tienen, que siempre son más que los que tienen mucho.

Argentina y algunos países de la Unasur en cambio optaron por otro camino que, sin embargo, produce y producirá revueltas e inestabilidades de distinto tenor. Distribuir más el ingreso bruto de una nación, siempre duele y molesta a los de arriba. Es una medida odiosa para los que tienen más, que deben ceder algo de lo mucho que ganan. Esa cumbre de la pirámide social argentina, medida en ingreso per cápita, está integrada por el 10 por ciento de la población que se queda con el 28,5 por ciento del PBI; mientras que los del rango inferior de la pirámide se llevan apenas el 1,9 del PBI, que así y todo tuvieron una mejora del 36% respecto del año anterior. Esta variable distributiva se ratifica en la medición internacional del índice de Gini, que se ubica en el 0,399, con una mejora del 25% para el primer semestre de 2011.

Es en este sentido que deberemos acostumbrarnos a los reclamos, a las operaciones de prensa, a las mentiras y al engaño, a los discursos detractores y a los intentos de golpe institucional al que recurrirán todos aquellos que, desde las expresiones políticas, se posicionan en torno al mantenimiento del statu quo. El ciudadano de a pie, la gente común, siempre es más atraída por esos cantos de sirena que le prometen la paz de los cementerios, aunque esa paz, sin advertirlo quizás, circule alrededor de su propia tumba.

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